Starkweather está embutido con el clásico donaire altivo, sombrío y elegante que desprenden los oficiales del ejército británico. Refinado en el habla, siempre exquisito hacia sus semejantes e inagotablemente condescendiente con las mujeres, Starkweather sabe llevarse bien con todo aquel que tenga la prudencia de hablarle con el res peto que él cree se merece. Es capaz de regalar los oídos de todo un auditorio con infinidad de anécdotas sobre sus aventuras durante horas, pero a Starkweather no le gusta nada que su autoridad o la veracidad de sus
relatos se vean cuestionados, llegando a ignorar de por vida a cualquiera que se atreva a debatirle.